viernes, 27 de noviembre de 2015

Nunca digas nunca.. ( Parte I)

Tengo un gran defecto, y a la vez una gran virtud (más bien lo primero) y es que: Me gusta tener todo bajo control. Como idea, no está mal, y a veces resulta útil memorizar cada fecha, planificar cada cosa a la perfección o prevenir antes que tener que curar. Pero no siempre.

Desde pequeña, siempre me imaginé teniendo una hija (La verdad es que siempre me imaginaba con mellizas, pero al menos, soy realista, y sabía que las probabilidades eran mínimas). Pensaba nombres, me imaginaba haciendo cosas juntas, pintauñas, vestiditos, peinados.. Sí, una niña cursi, vaya.

La verdad es que jamás pasó por mi cabeza la idea de tener un niño. Pensaba que eso era imposible, como si simplemente bastase con desearlo. Y aquí me tenéis.

No voy a negarlo, me llevé una pequeña desilusión cuando me dijeron que era un niño. Recuerdo que hasta lloré durante un par de días. Bien es cierto, que mis imaginaciones habían cobrado fuerza durante una semana, cuando fuimos a hacer una ecografía y nos dijeron que era una niña, y 7 días más tarde, tras un buen rato mirando, justo cuando ya iba a incorporarme de la camilla para irnos nos dijeron "Uy, mira! Es un niño".

Mala madre. Lo sé. Varias personas me lo dijeron, y varias a día de hoy me recuerdan aquel día y mi pequeño disgusto. Pero esos días comprobé que mi desilusión no era tan rara y que a más de una y de dos madres les pasa.

A día de hoy, no me puedo imaginar mi vida sin mi cachorro. No se me ocurre la posibilidad de que hubiese sido una niña. No soy capaz de concebir la idea de no tenerle. Y sí, pienso lo tonta que fui esos días, pero ¿Qué queréis? Estamos llenas de hormonas, cansadas y también ilusionadas. Y que no tenemos por qué dar explicaciones de lo que nos molesta y lo que no en ese momento!!

La verdad, es que antes de sentarme hoy a escribir, tenía otra idea en mente y no era esto de lo que iba a hablar, pero ya habrá tiempo!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario